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Trastornos del Espectro Autista (TEA). Causas, vías de apoyo y el papel de la Biorresonancia según Paul Schmidt

¿Qué son los Trastornos del Espectro Autista (TEA)?

Los trastornos del espectro autista (TEA) engloban un conjunto de condiciones del neurodesarrollo que afectan, en distinto grado, a la comunicación, la interacción social, el procesamiento sensorial y ciertos patrones de comportamiento.

Hablamos de “espectro” porque no hay dos personas autistas iguales: algunas muestran signos muy evidentes en los primeros años de vida, mientras que otras, especialmente en los perfiles de alta funcionalidad o en el llamado síndrome de Asperger, pueden pasar desapercibidas durante la infancia y ser diagnosticadas en la edad adulta.

En lugar de ver el autismo como una “enfermedad” que deba corregirse, hoy se tiende a hablar de neurodiversidad: diferentes formas de funcionamiento neurológico que conllevan desafíos, pero también fortalezas, como la hiperfocalización, la capacidad de detectar patrones, una gran memoria para ciertos detalles o una sensibilidad especial a los matices.

El reto no es “normalizar” a la persona, sino acompañarla para que pueda:

  • Comprender mejor su propio funcionamiento.
  • Reducir el estrés que genera un entorno poco adaptado.
  • Desarrollar estrategias que le permitan vivir con más tranquilidad y calidad de vida.

Causas de los TEA. Una interacción compleja entre genética y entorno

La ciencia actual considera que los TEA son el resultado de la interacción de múltiples factores, no de una sola causa. Los estudios muestran que existe una base genética importante, combinada con factores ambientales que actúan durante etapas clave del desarrollo neurológico.

1. Predisposición genética

En numerosos casos se han identificado variaciones genéticas (mutaciones, deleciones, duplicaciones) asociadas a un mayor riesgo de autismo. Algunas personas presentan síndromes genéticos conocidos; en otros casos se trata de combinaciones de variantes que, sumadas, aumentan la probabilidad de desarrollar un TEA.

No significa que exista “un único gen del autismo”, sino más bien una red compleja de genes implicados en:

  • La formación y conexión de las neuronas.
  • La plasticidad de las sinapsis.
  • La regulación de la respuesta inmunitaria en el cerebro.

2. Influencias ambientales y etapa prenatal

Junto a la predisposición genética, distintos trabajos señalan el papel de factores ambientales que actúan durante el embarazo o la primera infancia, como:

  • Exposición a contaminación atmosférica u otras toxinas ambientales.
  • Estrés materno intenso.
  • Alteraciones metabólicas o inmunitarias durante la gestación.

La hipótesis más aceptada hoy habla de “múltiples impactos biológicos”: una vulnerabilidad genética que, combinada con diversos factores ambientales, puede modificar la trayectoria del desarrollo neurológico.

El papel del microbioma y del sistema inmunitario: intestino, cerebro y conexión bidireccional

En los últimos años, la investigación ha prestado especial atención a la relación entre:

  • Microbioma intestinal (la comunidad de bacterias y otros microorganismos que habitan el intestino).
  • Sistema inmunitario.
  • Desarrollo y funcionamiento del cerebro.

Microbioma intestinal y TEA. Qué sabemos y qué no

Diversos estudios han observado que muchas personas con TEA presentan:

  • Disbiosis: un desequilibrio en la composición de la flora intestinal.
  • Cambios en metabolitos producidos por las bacterias intestinales.
  • Asociación entre problemas digestivos y la intensidad de ciertos síntomas.

Esto sugiere que el intestino podría influir sobre:

  • El sistema inmunitario.
  • La producción de neurotransmisores.
  • El estado inflamatorio general.

Sin embargo, otros autores recuerdan que, a día de hoy, no se ha demostrado de forma sólida que las alteraciones del microbioma sean la causa directa del autismo, sino que pueden formar parte de un cuadro más amplio en el que intervienen múltiples variables.

Podemos decir que el microbioma es un campo prometedor, pero todavía en investigación. Las intervenciones dirigidas al intestino deben plantearse con prudencia y siempre como complemento, no como sustituto de los abordajes psicológicos, educativos o médicos validados.

Sistema inmunitario y microglía. El “guardia” del cerebro

La microglía son células inmunitarias especializadas que residen en el cerebro. Participan en la defensa frente a patógenos, pero también en procesos tan delicados como:

  • El modelado de las redes neuronales durante el desarrollo.
  • La eliminación o “poda” de sinapsis.
  • La regulación de la inflamación en el sistema nervioso central.

Nuevos modelos basados en organoides cerebrales (miniórganos cultivados en laboratorio) están permitiendo estudiar cómo ciertas variantes genéticas asociadas a autismo modifican la interacción entre neuronas y microglía.

Estos trabajos no ofrecen todavía soluciones clínicas directas, pero sí abren vías para:

  • Comprender mejor el desarrollo del cerebro en personas autistas.
  • Investigar estrategias futuras de apoyo dirigidas a la inflamación, la respuesta inmunitaria o el equilibrio sináptico.

Apoyo integral en los TEA. Más allá del diagnóstico

Cuando el autismo ya se ha manifestado, la pregunta clave es: ¿cómo podemos acompañar a la persona y a su familia?

En la práctica, el apoyo más completo suele combinar:

  • Intervenciones psicoeducativas y logopédicas (trabajo en habilidades sociales, comunicación, autonomía, regulación emocional).
  • Adaptaciones en el entorno (escuela, hogar, trabajo) para reducir la sobrecarga sensorial y el estrés.
  • Trabajo con la familia para entender mejor el funcionamiento del niño, adolescente o adulto y ajustar expectativas.
  • En algunos casos, seguimiento médico especializado para tratar comorbilidades (trastornos del sueño, ansiedad, epilepsia, etc.).

A esto se pueden sumar enfoques complementarios orientados a mejorar el bienestar global, siempre con dos condiciones muy claras:

  1. Que no sustituyan los tratamientos médicos o terapéuticos recomendados por los especialistas.
  2. Que se apliquen con criterios de seguridad, transparencia y respeto a la persona.

En este contexto se sitúa la Biorresonancia según Paul Schmidt.

Biorresonancia según Paul Schmidt: un enfoque energético de apoyo complementario

La Biorresonancia según Paul Schmidt (BaPS) es un método de medicina complementaria desarrollado por el ingeniero alemán Paul Schmidt y comercializado por Rayonex Biomedical. Parte de la idea de que cada órgano y sistema del cuerpo responde a determinados espectros de frecuencias, y utiliza campos electromagnéticos de muy baja intensidad para apoyar los procesos de autorregulación del organismo.

Es importante subrayar varios puntos:

  • No es una terapia curativa del autismo ni pretende “eliminar” la condición.
  • Se plantea como un apoyo energético que puede integrarse en un abordaje global del bienestar.
  • En Geobionatura se emplea dentro de una visión naturopática, centrada en el equilibrio del terreno, la nutrición y la salud ambiental.

¿En qué puede ayudar, según la experiencia de los terapeutas?

Profesionales que trabajan con Biorresonancia según Paul Schmidt describen, en el caso de niños con autismo de inicio temprano, una serie de cambios que observan con frecuencia en su práctica:

  • Mayor calma y capacidad para autorregularse.
  • Menos episodios de irritabilidad o conducta agresiva.
  • Más contacto visual y mejor conexión con el entorno y con la familia.
  • Mejor tolerancia a determinados estímulos sensoriales.

De nuevo, se trata de observaciones clínicas dentro del campo de la medicina complementaria, no de una promesa de resultados garantizados. La evidencia científica sólida de la biorresonancia se encuentra hoy sobre todo en otras áreas (por ejemplo, alivio del dolor crónico cervical en estudios doble ciego), mientras que en TEA el trabajo está en una fase más exploratoria.

Asperger y perfiles de alta sensibilidad: sostener la energía en el día a día

En personas con síndrome de Asperger o con un perfil autista de alta funcionalidad, el cansancio no suele venir tanto de dificultades cognitivas como de:

  • El esfuerzo continuo por adaptarse a normas sociales cambiantes.
  • La sobrecarga sensorial en entornos ruidosos o imprevisibles.
  • La necesidad de enmascarar o “camuflar” sus rasgos autistas para encajar.

Este desgaste acumulado puede traducirse en:

  • Fatiga crónica.
  • Ansiedad.
  • Episodios de bloqueo o colapso (meltdowns, shutdowns).

Desde la perspectiva energética de la Biorresonancia según Paul Schmidt, el objetivo no es cambiar la personalidad ni suprimir las particularidades del espectro, sino favorecer un estado de mayor estabilidad y disponibilidad de energía, para que la persona pueda afrontar mejor las exigencias de su vida cotidiana.

Fundación Rayonex® y TEA: un proyecto global de apoyo

La Fundación Rayonex® ha puesto en marcha un proyecto internacional centrado en personas con trastornos del espectro autista. En colaboración con terapeutas de distintos países, entre ellos los Países Bajos, se están recolectando y analizando datos energéticos de numerosos pacientes, con el fin de identificar patrones comunes.

En las primeras mediciones realizadas en niños con autismo de inicio temprano se han observado, de forma repetida:

  • Cargas energéticas acentuadas en el sistema nervioso.
  • Alteraciones en la regulación energética del sistema inmunitario.
  • Desequilibrios relacionados con el intestino y el microbioma.
  • Influencias de factores de biología del hábitat (calidad del sueño, radiaciones del entorno, etc.).

Estos hallazgos no sustituyen a la investigación biomédica clásica, pero sí aportan, desde la óptica de la Biorresonancia, información que después se traduce en recomendaciones de armonización más específicas (programas, frecuencias de trabajo, combinación con apoyo nutricional, etc.).

¿Qué dice la ciencia sobre microbioma, inmunidad y TEA?

La investigación convencional refuerza la idea de que intestino, sistema inmunitario y cerebro están estrechamente conectados:

  • Se han descrito diferencias en la flora intestinal de personas autistas frente a controles neurotípicos, así como cambios en ciertos metabolitos que podrían influir en la señalización del sistema nervioso.
  • Otros trabajos, sin embargo, advierten de que las pruebas actuales aún no demuestran que la disbiosis intestinal sea la causa de los TEA, sino un elemento más en un cuadro complejo.

Respecto al sistema inmunitario del cerebro:

  • Estudios con organoides y modelos celulares indican que las células microgliales podrían desempeñar un papel clave en ciertas formas de autismo, al modificar la forma en que se podan y consolidan las conexiones neuronales durante el desarrollo.

Todo ello apunta en la misma dirección: los TEA son multifactoriales y su comprensión pasa por integrar:

  • Genética.
  • Entorno.
  • Metabolismo.
  • Microbioma.
  • Sistema inmunitario.

Desde esta visión ampliada, tiene sentido que muchos enfoques complementarios, incluida la Biorresonancia, se orienten a:

  • Mejorar el equilibrio intestinal.
  • Reducir la carga tóxica.
  • Favorecer una mejor regulación inmune y energética.

Siempre, insistimos, como apoyo, no como sustituto de los recursos médicos y terapéuticos habituales.

Mejorar sin intentar “cambiar” a la persona. Una visión respetuosa del autismo

Cada persona dentro del espectro autista tiene:

  • Un modo propio de percibir el entorno.
  • Necesidades sensoriales particulares.
  • Una forma distinta de gestionar la información social y emocional.

El objetivo de cualquier acompañamiento debería ser:

  • Aliviar el sufrimiento y el estrés excesivo.
  • Potenciar sus fortalezas y talentos.
  • Facilitar entornos más comprensivos y adaptados.

La Biorresonancia según Paul Schmidt puede encajar en esta filosofía como:

  • Un método suave y no invasivo.
  • Orientado a apoyar la autorregulación del organismo.
  • Integrable en un trabajo más amplio que incluya nutrición, salud ambiental, apoyo psicológico y educativo.

No pretende “borrar” el autismo, sino contribuir a que la persona se sienta más centrada, con mayor energía disponible y más capacidad para conectar con su entorno, dentro de su propia forma de ser.

Conclusión: hacia un apoyo integral y complementario en los TEA

Los trastornos del espectro autista son complejos y no admiten explicaciones simples ni soluciones milagrosas. La ciencia nos muestra un escenario donde convergen:

  • Factores genéticos.
  • Influencias ambientales.
  • Intestino, sistema inmunitario y cerebro estrechamente conectados.

En paralelo, la experiencia clínica y los enfoques complementarios, como la Biorresonancia según Paul Schmidt, buscan nuevas formas de apoyo que ayuden a reducir la sobrecarga, mejorar el bienestar y favorecer una mayor estabilidad energética.

En resumen:

  • El autismo no es algo que haya que “curar”, sino una manera diferente de estar en el mundo.
  • Lo esencial es acompañar a cada persona de forma individualizada.
  • La Biorresonancia puede ser un aliado complementario para apoyar el equilibrio del sistema nervioso, el intestino y el terreno energético global, siempre integrada en un abordaje multidisciplinar y respetuoso.

Si sospechas que tú o un familiar podéis estar dentro del espectro autista, el primer paso es siempre acudir a un equipo especializado para una valoración diagnóstica adecuada. A partir de ahí, se puede diseñar un plan de apoyo que combine recursos médicos, educativos, familiares y, si la persona lo desea, enfoques complementarios como la Biorresonancia según Paul Schmidt.

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